Cuando se siente ya el frío del invierno, se vuelven rojos los frutos del madroño.
Cojo algunos por la mañana para tomar con la fruta del desayuno. Algunos mirlos picotean estos madroños y salen haciendo ruido cuando me ven.
Me fijo en que no picotean todos, sino que acaban uno antes de empezar el siguiente.
Deben agradecerme que ya no cojo todos los que puedo y los guardo en la nevera. El año que lo hice luego se estropearon.
Cojo cada mañana los que necesito, y ellos también.
Si hiciéramos así con todas nuestras cosas: el dinero, el coche, … habría seguro para todos. ¡Pero cuanto nos gusta acumular para estar seguros!.