Un euro

Voy temprano al centro de Madrid a una reunión de trabajo.

Al cruzar un semáforo un hombre negro vende La Farola. No tengo prisa y preparo un euro. Se lo doy al cruzarnos, y me lo agradece ceremonioso.

Debe ver cientos, miles de personas al día en este cruce transitado en un barrio elegante de la capital.

Regreso dos horas y media después. En cuanto me acerco me reconoce. Sonríe mostrando unos dientes blancos brillantes y fuertes, se lleva la mano al corazón e inclina la cabeza.

Nunca me había devuelto tanto un euro. Espero aprender a ser tan agradecido.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s