Centro de la ciudad. Salida del aparcamiento. Un coche parado en la entrada de la rampa me pone nervioso. No tengo especial prisa, pero siempre actúo como si la tuviera.
Tras esperar un par de minutos me bajo con el ceño fruncido y voy hacia el coche. Lo primero que veo es que no es su culpa, sino la de otro coche que yo no veía y está parado el primero en la barrera.
Despotrico internamente contra el conductor: torpe, desconsiderado, egoista, … Entonces aparece corriendo (y sudando) un hombre en un mono azul que habla con el conductor, coge su tarjeta de crédito, sale corriendo hacia la caja y regresa. Esto es el colmo, pienso, se ha olvidado de pagar y hace a este hombre venir a cogerle la tarjeta y el ticket y pagarlo en caja.
Por fin se abre la barrera y sale este conductor y el siguiente. Ahora me toca el turno a mí. Ahora la barrera no se me abre a mí. Debiera abrirse porque tengo una aplicación en el móvil que hace que se reconozca la matrícula y se haga el cargo en la tarjeta, … pero la barrera no se abre.
Vuelve corriendo el hombre del mono azul, y me explica que, tal vez, yo haya cogido la tarjeta al entrar, lo que anula el reconocimiento de la matrícula y me obliga a pasar por caja antes de salir. Yo niego que haya hecho eso, pero miro en el salpicadero y ahí está la tarjeta del parking, mirándome condescendientemente.
El hombre del mono azul me solicita mi tarjeta de crédito y la del parking para abonar el coste en la caja, evitando que yo tenga que salir de la rampa marcha atrás.
Corre con mi tarjeta a la caja, regresa, pido perdón, avergonzado y salgo.
Doy gracias a Dios por esta lección rápida. Admiro entonces la paciencia del hombre del mono azul. No transmitió ni una queja ni un reproche, sólo trabajó para solucionar el problema, con sus mejores maneras y su mejor esfuerzo. En él ha estado hoy mi maestro.
Gracias
Y aquí estoy
haciendo las cosas pequeñas de cada día con amistad, con bondad y con amor con generosidad, con paciencia, con humildad
Porque quiero alcanzar la santidad y ganar para mi alma, la eternidad en el cielo
Paz y Bien