Corramos al último lugar
«7 de junio de 1897
SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, CARTA 243 A SOR GENOVEVA
Queridísima hermanita, no busquemos nunca lo que parece grande a los ojos de las criaturas. Salomón, el rey más sabio que hubo jamás en la tierra, después de observar todos los afanes que ocupan a los hombres bajo el sol, la pintura, la escultura y todas las demás artes, comprendió que todas esas cosas estaban carcomidas por la envidia recíproca, y exclamó que no eran más que vanidad y aflicción de espíritu … La sola cosa que nadie envidia es el último lugar. Este último lugar es, pues, lo único que no es vanidad y aflicción de espíritu … Sin embargo, «el hombre no es dueño de su camino», y a veces comprobamos con sorpresa que estamos deseando lo que brilla. Entonces, coloquémonos humildemente entre los imperfectos, considerémonos almas pequeñas a las que Dios tiene que sostener a cada instante. Cuando él nos ve profundamente convencidas de nuestra nada, nos tiende la mano; pero si seguimos tratando de hacer algo grande, aunque sea so pretexto de celo, Jesús nos deja solas. «Cuando pensaba que iba a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostenía» (Salmo 94,18). Sí, basta con humillarse, con soportar serenamente las propias imperfecciones. ¡He ahí la verdadera santidad! Cojámonos de la mano, hermanita querida, y corramos al ultimo lugar … Nadie vendrá a disputárnoslo…”