Los últimos días de mi gatito los vivo con tristeza. Y lloro como un niño el día de su sacrificio. La infelicidad al acercarse el momento, su confianza en nuestros brazos y nuestras caricias, su inconsciencia. Los días después son aún más tristes. No puedo pedir por él en la Misa, pero me pregunto si cabrá volver a verle en el futuro, como esperamos de las personas.
En la Misa de unos días después, leemos esta oración que me llena de alegría y disipa mis dudas:
Oración sobre las ofrendas
RECIBE, Señor, las oraciones de tu pueblo junto con la ofrenda de este sacrificio, para que, por la intercesión de santa María, Madre de tu Hijo, no quede frustrado ningún buen deseo ni petición alguna sin respuesta.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tiempo después un buen amigo me explica que lloramos por los valores de fidelidad, humildad, entrega, ingenuidad que tan patentes son en nuestras mascotas.